Dirigido por Pedro Pegenaute
Arquitecto: Javier Larraz
Promotor: Construcciones Andía
Una conclusión necesaria de la última crisis inmobiliaria debería ser el hecho de que la vivienda deje de al fin ser utilizada como un producto especulativo, para recuperar su dignidad retornando a la original vocación de servicio que atiende las necesidades e ilusiones de sus ocupantes.
Frente a tiempos recientes en que, salvo meritorias excepciones, la experimentación en el campo de la vivienda colectiva quedaba reducida al ámbito de la vivienda de promoción pública, las circunstancias actuales, con un mercado mermado y una mayor competencia, han favorecido el hecho de que tanto promotores como usuarios se interesen por la calidad arquitectónica como un instrumento realmente necesario.
El edificio se ubica en el límite oeste de Ripagaina, junto al parque de la Ripa de Beloso, que enlaza esta nueva parte de la ciudad de Pamplona con un área preexistente de baja densidad. La volumetría del proyecto queda definida por el planeamiento urbanístico, en una posición de borde que remata el nuevo barrio y le permite matizar la relación de la ciudad con el parque, de carácter tranquilo y amable.
El proyecto trata de explorar esa relación entre la vivienda y el parque, procurando un diálogo entre ambos mediante una “fachada habitable” que matiza la conexión entre interior y exterior: desde dentro se trata de diluir los límites, buscando una continuidad visual del interior de las viviendas hacia su amable entorno, en base a la idea de “vivir en el parque”; en correspondencia, el edificio manifiesta sin complejos su actividad y diversidad interiores hacia el paseo.
El proyecto trata de facilitar la máxima flexibilidad posible, tanto dimensional como funcional. Una estructura de generosas luces y la agrupación de los servicios de cada vivienda en un volumen central permiten configurar plantas diáfanas y generar un espacio fluido y flexible que aporta valor y calidad a las viviendas, facilita su relación con el parque, y procura una fácil adaptación a las necesidades particulares de sus moradores, presentes y futuras.
En la construcción del edificio se han empleado técnicas constructivas que facilitan la seriación y la prefabricación, siempre dentro del ámbito de la industria regional de la zona.
De este modo, la fachada hacia el parque, de aspecto “mineral”, se construye con vidrio y metal, a base de módulos de chapa de acero galvanizado en caliente y pintado en taller que configuran un entramado vibrante y abierto que trata de reflejar la pluralidad del interior.
La fachada este, orientada hacia la nueva ciudad, se construye mediante paneles de hormigón prefabricado, cuya textura estriada y color oscuro le procuran un aspecto más masivo, casi pétreo. La repetición seriada de un único hueco apaisado de generosas dimensiones procura una buena calidad lumínica en el interior facilitando la necesaria privacidad de las piezas de noche.
fuente: www.larrazarquitectos.com
Arquitecto: Javier Larraz
Promotor: Construcciones Andía
Una conclusión necesaria de la última crisis inmobiliaria debería ser el hecho de que la vivienda deje de al fin ser utilizada como un producto especulativo, para recuperar su dignidad retornando a la original vocación de servicio que atiende las necesidades e ilusiones de sus ocupantes.
Frente a tiempos recientes en que, salvo meritorias excepciones, la experimentación en el campo de la vivienda colectiva quedaba reducida al ámbito de la vivienda de promoción pública, las circunstancias actuales, con un mercado mermado y una mayor competencia, han favorecido el hecho de que tanto promotores como usuarios se interesen por la calidad arquitectónica como un instrumento realmente necesario.
El edificio se ubica en el límite oeste de Ripagaina, junto al parque de la Ripa de Beloso, que enlaza esta nueva parte de la ciudad de Pamplona con un área preexistente de baja densidad. La volumetría del proyecto queda definida por el planeamiento urbanístico, en una posición de borde que remata el nuevo barrio y le permite matizar la relación de la ciudad con el parque, de carácter tranquilo y amable.
El proyecto trata de explorar esa relación entre la vivienda y el parque, procurando un diálogo entre ambos mediante una “fachada habitable” que matiza la conexión entre interior y exterior: desde dentro se trata de diluir los límites, buscando una continuidad visual del interior de las viviendas hacia su amable entorno, en base a la idea de “vivir en el parque”; en correspondencia, el edificio manifiesta sin complejos su actividad y diversidad interiores hacia el paseo.
El proyecto trata de facilitar la máxima flexibilidad posible, tanto dimensional como funcional. Una estructura de generosas luces y la agrupación de los servicios de cada vivienda en un volumen central permiten configurar plantas diáfanas y generar un espacio fluido y flexible que aporta valor y calidad a las viviendas, facilita su relación con el parque, y procura una fácil adaptación a las necesidades particulares de sus moradores, presentes y futuras.
En la construcción del edificio se han empleado técnicas constructivas que facilitan la seriación y la prefabricación, siempre dentro del ámbito de la industria regional de la zona.
De este modo, la fachada hacia el parque, de aspecto “mineral”, se construye con vidrio y metal, a base de módulos de chapa de acero galvanizado en caliente y pintado en taller que configuran un entramado vibrante y abierto que trata de reflejar la pluralidad del interior.
La fachada este, orientada hacia la nueva ciudad, se construye mediante paneles de hormigón prefabricado, cuya textura estriada y color oscuro le procuran un aspecto más masivo, casi pétreo. La repetición seriada de un único hueco apaisado de generosas dimensiones procura una buena calidad lumínica en el interior facilitando la necesaria privacidad de las piezas de noche.
fuente: www.larrazarquitectos.com