En un terreno de difícil pendiente con gran cantidad de árboles se proyecta una casa con un generoso programa desarrollado en una planta principal de grandes dimensiones.
Como condición irrenunciable para el proyecto, a pesar de la profusa vegetación, cada espacio debía tener generosas vistas hacia las montañas.
El primer instinto de diseño: una casa oculta adaptada a la topografía, ponía en riesgo la permanencia de la vegetación existente que bloqueaba las visuales.
La casa se plantea entonces como una gran plataforma que, sobre un pequeño volumen que aloja dependencias secundarias, flota por encima de las copas de los cedros.
La gran volumetría resultante de la operación se divide en tres prismas que se acomodan en los claros del terreno y esquivan grupos de árboles.
Por medio de enormes muros y vigas de concreto se consigue que la casa flote sobre la topografía y se determina la materialidad del proyecto.
Para reducir el impacto del edificio en el entorno, los muros y losas exteriores se ejecutan en concreto de color ocre rojizo que a lo lejos pierde la casa entre las montañas y de cerca dialoga con los tonos y texturas del paisaje.
Las masivas piezas exteriores consiguen que el interior sea casi completamente transparente y convierten a los cerros del Jonuco en los protagonistas indiscutibles del proyecto.
Con excepción de los enormes vidrios y los limpios muros de concreto gris, dentro de la casa se utilizan materiales naturales con texturas rústicas que refuerzan la idea de que, a pesar de su alta tecnología constructiva, Narigua es una casa de campo en el noreste mexicano.
fuente: pmascero.com
Como condición irrenunciable para el proyecto, a pesar de la profusa vegetación, cada espacio debía tener generosas vistas hacia las montañas.
El primer instinto de diseño: una casa oculta adaptada a la topografía, ponía en riesgo la permanencia de la vegetación existente que bloqueaba las visuales.
La casa se plantea entonces como una gran plataforma que, sobre un pequeño volumen que aloja dependencias secundarias, flota por encima de las copas de los cedros.
La gran volumetría resultante de la operación se divide en tres prismas que se acomodan en los claros del terreno y esquivan grupos de árboles.
Por medio de enormes muros y vigas de concreto se consigue que la casa flote sobre la topografía y se determina la materialidad del proyecto.
Para reducir el impacto del edificio en el entorno, los muros y losas exteriores se ejecutan en concreto de color ocre rojizo que a lo lejos pierde la casa entre las montañas y de cerca dialoga con los tonos y texturas del paisaje.
Las masivas piezas exteriores consiguen que el interior sea casi completamente transparente y convierten a los cerros del Jonuco en los protagonistas indiscutibles del proyecto.
Con excepción de los enormes vidrios y los limpios muros de concreto gris, dentro de la casa se utilizan materiales naturales con texturas rústicas que refuerzan la idea de que, a pesar de su alta tecnología constructiva, Narigua es una casa de campo en el noreste mexicano.
fuente: pmascero.com