El Palacio de Correos y Telégrafos fue originalmente diseñado para albergar la sede del Correo Central de la Argentina, por el arquitecto francés Norbert Maillart. Los trabajos comenzaron en 1889 en la manzana situada entra las actuales avenidas Leandro N. Alem y Corrientes y las calles Bouchard y Sarmiento. Luego de varias interrupciones, el edificio sería inaugurado en 1928. En 1997 el edificio fue declarado Monumento Histórico Nacional por su calidad arquitectónica y su importancia histórica. El desarrollo de nuevos medios de comunicación a lo largo del siglo 20 hizo que el tráfico postal tradicional disminuyera, resultando el edificio sobredimensionado para las actuales circunstancias. En el marco de los festejos conmemorativos del Bicentenario de la Revolución de Mayo, el Gobierno Nacional decide la transformación del Palacio de Correos en un gran centro cultural que funcionará como sede central de dichas festividades.
El concurso para refuncionalizar el Palacio de Correos fue organizado conjuntamente por el Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios; la Secretaría de Cultura de la Nación el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y la Sociedad Central de Arquitectos, cuarenta anteproyectos nacionales y extranjeros fueron presentados. El jurado estuvo presidido por el arquitecto Ramón Sanabria Boix, de Barcelona. El equipo conformado por los arquitectos argentinos Enrique Bares, Federico Bares, Nicolás Bares, Daniel Becker, Claudio Ferrari y Florencia Schnack obtuvo el primer premio.
La propuesta entiende al nuevo Centro Cultural del Bicentenario como una pieza clave en la conformación del nuevo Parque del Bicentenario. El viejo Correo se convierte así en un espacio activo, permeable y vibrante, transformando su condición de edificio-objeto en edificio-ciudad. Un sistema de espacios públicos, las “plazas temáticas” vinculan los programas culturales contemporáneos con las áreas más significativas del edificio histórico. El proyecto comprende esencialmente dos tipos de intervención: la restauración de las fachadas y de las áreas nobles del edificio, declarado Monumento Histórico Nacional, que generará un contraste con el segundo tipo de intervención: los programas arquitectónicos contemporáneos. Las fachadas y las áreas palaciegas serán preservadas en su estado original y puestas en valor. El área industrial del edificio será parcialmente horadada para generar el vacío que alojará los nuevos programas.
Siguiendo una lógica de objetos análogos, el nuevo espacio estará definido por tres elementos singulares: dentro del vacío que se generará en el área industrial, una “jaula” tectónica definirá una nueva fachada, transición entre el pasado y el presente. Jugando con el paralelo de los grandes candelabros suspendidos en halles y salas teatrales, las grandes salas de exhibición estarán albergadas en el “chandelier contemporáneo”. La Gran Sala Sinfónica estará contenida dentro de un objeto monolítico que carece de aristas, la “Ballena azul”. Por sus dimensiones, este objeto que emerge suspendiéndose en el aire, ocupa un lugar central en la composición. La revalorización de la cúpula convierte un espacio residual en uno de los puntos más significativos del Centro Cutural del Bicentenario. Además de servir de escenario para actividades culturales, este nuevo espacio se transformará en el símbolo del espacio cívico nacional.
fuente: www.plataformaarquitectura.cl
El concurso para refuncionalizar el Palacio de Correos fue organizado conjuntamente por el Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios; la Secretaría de Cultura de la Nación el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y la Sociedad Central de Arquitectos, cuarenta anteproyectos nacionales y extranjeros fueron presentados. El jurado estuvo presidido por el arquitecto Ramón Sanabria Boix, de Barcelona. El equipo conformado por los arquitectos argentinos Enrique Bares, Federico Bares, Nicolás Bares, Daniel Becker, Claudio Ferrari y Florencia Schnack obtuvo el primer premio.
La propuesta entiende al nuevo Centro Cultural del Bicentenario como una pieza clave en la conformación del nuevo Parque del Bicentenario. El viejo Correo se convierte así en un espacio activo, permeable y vibrante, transformando su condición de edificio-objeto en edificio-ciudad. Un sistema de espacios públicos, las “plazas temáticas” vinculan los programas culturales contemporáneos con las áreas más significativas del edificio histórico. El proyecto comprende esencialmente dos tipos de intervención: la restauración de las fachadas y de las áreas nobles del edificio, declarado Monumento Histórico Nacional, que generará un contraste con el segundo tipo de intervención: los programas arquitectónicos contemporáneos. Las fachadas y las áreas palaciegas serán preservadas en su estado original y puestas en valor. El área industrial del edificio será parcialmente horadada para generar el vacío que alojará los nuevos programas.
Siguiendo una lógica de objetos análogos, el nuevo espacio estará definido por tres elementos singulares: dentro del vacío que se generará en el área industrial, una “jaula” tectónica definirá una nueva fachada, transición entre el pasado y el presente. Jugando con el paralelo de los grandes candelabros suspendidos en halles y salas teatrales, las grandes salas de exhibición estarán albergadas en el “chandelier contemporáneo”. La Gran Sala Sinfónica estará contenida dentro de un objeto monolítico que carece de aristas, la “Ballena azul”. Por sus dimensiones, este objeto que emerge suspendiéndose en el aire, ocupa un lugar central en la composición. La revalorización de la cúpula convierte un espacio residual en uno de los puntos más significativos del Centro Cutural del Bicentenario. Además de servir de escenario para actividades culturales, este nuevo espacio se transformará en el símbolo del espacio cívico nacional.
fuente: www.plataformaarquitectura.cl